viernes, 19 de junio de 2009

LOS SERES DE EL BOSCO


El Mundo del Bosco es cruel, verídico, maligno, divertido. Estas dos imágenes representan la locura y la música. La primera pinta una trepanación, como si todos los interrogantes humanos se encontraran en el cerebro. El médico o barbero se encarga de sacar el mal con unas pinzas de la cabeza del enfermo. Mientras, el monje o sacerdote anima a que siga la revelación, y levanta los brazos en señal de alabanza. La vieja representa la sabiduría, y sentada observa a su alrededor como se suceden los acontecimientos. ¿Presagia el Bosco en este cuadro la cirugía? Quizás viene a decirnos que todos los problemas mentales la ciencia podrá solucionarlos en un futuro.
El segundo reproduce un coro de música que toca dentro de un huevo. El huevo imagina el principio de la vida, ¿quiere aquí representar que el principio de la música fue el canto? No lo sé, pero lo que me llama poderosamente la atención de los dos cuadros es el embudo en la cabeza que aparece en ambos personajes de los mismos. ¿Qué representa? es acaso un símbolo de la locura....

El MUNDO PARA HIERONYMUS BOSCH


El Mundo para el Bosco es una amalgama de seres que deambulan por él. En este cuadro podemos comprobar que lo representa plano, encapsulado en una bola de aíre. Dentro minúsculamente pinta paisajes y nubes que en él se encuentran. Por medio de la sencillez, por no decir ingenuidad con que lo describe, comprobamos que se le dío mucho mejor plasmar en el lienzo el contenido que el continente. Pero nos hace pensar en la idea que se tuvo en otro tiempo del Planeta Tierra, y en el paso tan grande que nosotros, por haber nacido en ésta época, tenemos. ¿Acaso la técnica nos ha hecho menos imaginativos? Creo que tiene mayor mérito el cuadro del Bosco, el imaginar y crear algo que nunca se ha visto tiene la fuerza primigenia del acto, incomparable y único. Lo otro, ya lo conocemos, en nuestra mente permanece intacto, tal como lo vemos, ¿es quizás la imaginación más fuerte que la realidad? O es que la realidad mata nuestra imaginación.....

miércoles, 17 de junio de 2009

EROS Y THANATOS


La primera refencia sobre Eros la vida y Thanatos la muerte se encuentra en la Ilíada de Homero:

“Allí coincidió con el Sueño, hermano de la Muerte. Asióle la mano y le dijo, llamándolo con todos sus nombres: «¡Sueño, soberano de todos los dioses y todas las gentes! Igual que una vez prestaste oídos a mi palabra, también ahora hazme caso; y yo sabré agradecértelo todos los días futuros. Por favor, adormece bajo sus cejas los relucientes ojos de Zeus en cuanto yo me tienda a su lado, unida a él en el amor»”, Homero, Ilíada, Madrid, Gredos, 2006, pág. 280. Véase Monserrat Jufresa Muñoz, “Morir de amor en la literatura griega” , Morir en femenino. Mujeres, ideología y prácticas funerarias desde la Prehistoria hasta la Edad Media, Universitat de Barcelona, 2003. págs. 141-176.

Voy a poner dos ejemplos significativos de Valle-Inclán sobre eros y thanatos sacados de sus Sonatas.

“¡Pobre Concha!.... Tan demacrada y tan pálida, tenía la noble resistencia de una diosa para el placer. Aquella noche la llama de la pasión nos envolvió mucho tiempo, ya moribunda, ya frenética, en su lengua dorada (...) Después alcé los ojos para mirarla. Ella cruzó sus manos pálidas y las contempló melancólica. ¡pobres manos delicadas, exangües, casi frágiles! Yo le dije:

- Tienes manos de Dolorosa.

Se sonrió:

- Tengo manos de muerta.

- Para mí eres más bella cuanto más pálida.

Pasó por sus ojos una claridad feliz:

- Sí, sí. Todavía te gusto mucho y te hago sentir.

Rodeó mi cuello, y con una mano levantó los senos, rosas de nieve que consumía la fiebre. Yo entonces la enlacé con fuerza, y en medio del deseo, sentí como una mordedura el terror de verla morir. Al oírla suspirar, creí que agonizaba. La besé temblando como si fuese a comulgar su vida”, en R. Del Valle-Inclán, Sonata de otoño, Sonata de invierno, Leda Schiavo (ed.), Madrid, Espasa-Calpe, 15ª ed, 1990, pág. 67.
El segundo de la exótica y hermosa Niña Chole, que ya aparece en Femeninas:
“La campana seguía sonando lenta y triste. En el jardín susurraban los follajes, y la brisa, que hacía flamear el blanco y rizado mosquitero, nos traía aromas. Cesó el toque de agonía, y juzgando propicio el instante, besé a la Niña Chole. Ella parecía consentir, cuando de pronto, en medio del silencio, la campana dobló a muerto. La Niña Chole dio un grito y se estrechó a mi pecho: Palpitante de miedo, se refugiaba en mis brazos. Mis manos, distraídas y doctorales, comenzaron a desflorar sus senos. Ella, suspirando, entornó los ojos, y celebramos nuestras bodas con siete copiosos sacrificios que ofrecimos a los dioses como el triunfo de la vida”. R. Del Valle-Inclán, Sonata de Primavera. Sonata de Estío, Introducción de Pere Ginferrer, Madrid, Espasa-Calpe, 17ª ed, 1991, pág. 136.

George Bataille estudia estas dos pulsiones en El erotismo y escribe Historia del ojo que nos hace pensar:

“Cuando Simona y yo regresamos, se había ahorcado en el armario... Corté la cuerda, pero ella estaba muerta. La instalamos sobre la alfombra, Simona vio que tenía una erección y empezó a masturbarme. Me extendí también sobre la alfombra, pero era imposible no hacerlo. Simona era virgen y le hice el amor por vez primera, cerca del cadáver. Nos hizo mucho mal, pero estábamos contentos, justo porque nos hacía daño. Simona se levantó y miró el cadáver. Marcela se había vuelto totalmente una extraña, y en ese momento Simona también. Ya no amaba a ninguna de las dos, ni a Simona ni a Marcela, y si me hubieran dicho que era yo el que acababa de morir, no me hubiera extrañado, tan lejos me parecían esos acontecimientos”, en Historia del ojo (1928), México, Ediciones Coyoacán, 1995, 2ª ed.,pág. 44.

Bataille distingue entre la sexualidad inmediata y el erotismo, que nos destinaría al irreversible continuo vida-muerte, en que “la vida es siempre un producto de la descomposición de la vida”. La angustia y el vértigo habrían instaurado un universo de reglas como constitutivo de la posibilidad de lo humano. Esas reglas definen límites, tabú del incesto, tabú del asesinato, tabú de la necrofilia, que mediatiza a la mujer como objeto de deseo, objeto erótico, el objeto privilegiado del deseo. Para Georges Bataille si la unión de los dos amantes es el efecto de la pasión, apela a la muerte, es decir, lo que designa a la pasión es el halo de muerte. Posiciona la línea amorosa en el terreno de lo sagrado, en el cual lo erótico se conjuga en términos religiosos, como parte de la vida íntima del sujeto. Alude también Bataille a esta vinculación intrínseca del erotismo con la soledad, y por extensión con el secreto: “Parto esencialmente del principio según el cual el erotismo conduce a la soledad. De hecho, el erotismo es aquello de lo que es difícil hablar. Por razones que no son sólo convencionales, el erotismo se define por el secreto. No puede ser público".

martes, 16 de junio de 2009

Leonardo, un misterio no resuelto...







Leonardo Da Vinci es el personaje más enigmático de toda la historia del arte y del pensamiento. Su vida aparece rodeada de misterio, y el paso del tiempo ha oscurecido los cuadros que de él se conservan, pues la mayoría quedaron destruidos o deteriorados en fechas muy tempranas, ya en vida de su autor.
Sus cuadros de temática femenina son los que más me atraen, pués si es enigmática la vida de su pintor, también lo es la de sus personajes. Ellas parecen delicadas, hermosas, pero de una belleza natural, de la gente corriente que le llamó la atención, o que acaso conoció.
Su pasión por las matemáticas le relacionó con el hombre que fue su mejor amigo durante la etapa milanesa: Luca Pacioli, un fraile franciscano de su misma edad, profesor de matemáticas en Pavía y Milán y amante de las artes. Pacioli, lejos de poseer las virtudes que adornaron al fundador de su orden, San Francisco; fue un hombre de mundo, ambicioso y sin escrúpulos a la hora de apropiarse de ideas ajenas. Vasari le acusa de haber robado las importantes investigaciones de Piero della Francesca, por entonces ciego, como si fuesen trabajos de su propia cosecha. En el prólogo de su libro De divina proportione (Sobre la divina proporción), Pacioli alaba a Leonardo. Éste dibujó los modelos para las ilustraciones, unos poliedros que, prescindiendo de su construcción geométrica, poseían el atractivo mágico-místico. Leonardo descubrió las proporciones del cuerpo humano y su mensurabilidad en términos matemáticos, e intentó establecer un canon con ayuda de un compás y una escuadra: "No hay estudio del hombre que pueda llamarse ciencia si no se basa en la demostración y argumentación matemática". Y también dice: "Que nadie se atreva a adentrarse en los fundamentos de mi obra si no es matemático". Para él esta palabra abarca la simetría inteligible y enseñable de todas las cosas: "La proporción no sólo se encuentra en cifras y medidas, sino también en los sonidos, en el paisaje, en la noción del tiempo, en el movimiento y, en general, en cualquier tipo de efecto". (Richard Friedenthal, Leonardo Da Vinci).


lunes, 15 de junio de 2009

domingo, 14 de junio de 2009

Del camino a la travesía de los días.......


Andamos, muchas veces sin movernos, no avanzamos y el tiempo pasa, concienzudo, incansable a nuestros cambios y transformaciones, a nuestros avances y retrocesos. Miramos y apoyamos la vista en el horizonte, el Sol crea nuestra sombra, más alargada mientras avanza el día, inexorable, sin pausa, cada sesenta segundos, cada sesenta minutos, cada día lleva su noche, cada veinticuatro horas, cada trescientos sesenta y cuatro días, cada decenio, cada centenio, cada milenio, sin pausa. ¿Es acaso el tiempo nuestro invento más odiado? ¿O es el único que no controlamos?
¿Vives o te muere el tiempo?

De los Dioses y los Hombres

"La cólera canta, oh diosa, del Pelida Aquiles,
maldita, que causó a los aqueos incontables dolores,
precipitó al Hades muchas valientes vidas
de héroes y a ellos mismos los hizo presa para los perros
y para todas las aves -y así se cumplía el plan de Zeus-,
desde que por primera vez se separaron tras haber reñido
el Atrida, soberano de hombres, y Aquiles, de la casta de Zeus". Homero. Comienzo de la Ilíada...