sábado, 10 de julio de 2010

ULISES Y MERLIN

Rof Carballo nos habla del dinamismo transfigurador de los arquetipos de lo femenino representado en la Odisea, donde descubrimos las cuatro personificaciones de lo femenino que el hombre tiene que encontrar, para sufrir en la totalidad de su persona, la transformación que ha de convertirle en hombre en la plenitud de su vida. Nausicaa, la imagen de la virginal doncella, el sueño de la juventud. Circe o Calipso, las hechiceras, magas o encantadoras que sujetan, momentáneamente, a Odiseo con sus sortilegios. Perséfone, la diosa de las profundidades y de la muerte, y Penélope, la tejedora, la madre paciente, la esposa.
Rara vez en la historia del espíritu humano han podido fundirse las cuatro figuras polares de lo femenino en una sola mujer. Quizá nos dice Carballo que sea Bethsabé bíblica, primero amante, después esposa, más tarde madre, y por último, sabiduría suprema, a la que Salomón hijo canta el más bello himno de amor que se recogen en las Sagradas Escrituras. Hay otra que aparece en la mitología celta, en la leyenda de la selva de Brocelandoa, la del sabio Merlin, en donde aparece la figura de Viviana, que lo fue todo; Nausicaa inspiradora, esposa, es decir, Penélope, esperando paciente la llegada de Merlin, y a la vez Circe la encantadora. Pero también fue Perséfone, el riesgo de morir, de ser destruido el hombre por el eterno femenino.
[Véase, Juan Rof Carballo, Entre el silencio y la palabra, Madrid, Espasa-Calpe, 1990, págs. 333-335].