miércoles, 2 de mayo de 2012

Laomedonte




"Tlepólemo fue el primero que le dijo estas palabras:
¡Sarpedón, consejero de los licios! ¿Qué necesidad tienes de estar aquí medroso tú, inexperto en la lucha? Miente quién diga que del linaje del Zeus, portador de la égida, eres, porque mucho desmereces de aquellos guerreros que nacieron de Zeus en tiempos de los hombres de antaño. No, aquéllos eran cual aseguran que fue el pujante Hércules, mi padre, de audaces propósitos, de ánimo como el león, que en cierta ocasión vino aquí por los caballos de Laomedonte con sólo seis naves y muchos menos hombres y devastó la ciudad de Ilio y vació sus calles. En cambio, cobarde es tu ánimo, y tus huestes perecen. Estoy seguro de que no vas a ser baluarte de los troyanos tú, que has venido de Licia, por muy esforzado que seas, sino que, doblegado por mí, cruzarás las puertas de Hades.
A su vez, Sarpedón, jefe de los licios, le miró y dijo: ¡Tlepólemo! En efecto, aquél arruinó la sacra Ilio por las insensateces de un hombre, el admirable Laomedonte, que amonestó con malignas palabras a quien le habia hecho bien y no pagó con los caballos por los que de lejos había venido. Atí, en cambio, te aseguro que la muerte y la negra parca alcanzarás aquí por obra mía y que, doblegado bajo mi lanza, a mí me darás honor, y la vida a Hades, el de ilustres potros".
Homero, Ilíada, V, 633-654.