viernes, 3 de enero de 2014

ORIGEN DEL CULTO A ÍDOLOS DE FORMA HUMANA



Quien inventó los ídolos, originó esta infidelidad;
quien proyecto hacerlos, corrompió la vida.
Porque no existieron desde los orígenes,
ni existirán tampoco por siempre.
Por la necesidad de los hombres entraron en el mundo,
y por eso les espera un fin rápido.
Un padre, apenado por el luto prematuro,
encarga una imagen del hijo tan presto arrebatado,
y el que ayer era un simple cadáver, hoy lo honra como a dios,
e instituye entre los suyos ritos y misterios.
Más tarde, consolidada por el tiempo,
la impía costumbre se observa como ley.
Por orden de los soberanos, reciben culto las estatuas.
A quienes no se puede venerar en persona, porque viven lejos, 
se les representa en figura a distancia
y se hace una imagen del rey venerado,
para adular con fervor al ausente como si estuviese presente.
La ambición del artista lleva a extender este culto
que así llega hasta aquellos que no lo conocían;
porque él, deseando, sin duda, agradar al soberano,
desplegó todo su arte para hacer
una imagen más bella que la realidad.
Así la gente, arrebatada por el primor de la obra, 
da culto al que antes honraba como hombre.
Y esto es una trampa para los vivientes,
porque los hombres, víctimas de su infortunio o de la tiranía,
dan a la piedra y al leño el nombre incomunicable. 

[Sabiduría, 14-12].