miércoles, 12 de agosto de 2015

LIBROS EDITORIAL GREDOS








CLÁSICOS DE LA EDITORIAL GREDOS:

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lunes, 10 de agosto de 2015

MITO Y REALIDAD





Los mitos, irracionales o no, han llegado a nosotros no exentos de polémica. Su importancia radica en las formas con que el hombre ha intentado siempre dar respuesta a sus preguntas más difíciles, cómo, cuándo y por qué, vivimos en este planeta, una pequeña bola azul en el universo y cuál es nuestro destino como animales humanos capaces de expresar nuestros deseos, realidades, esperanzas, bondades y maldades. La irracionalidad del mito corresponde a su mágica función de tranquilizar al hombre y elevarlo por encima de sus circunstancias. Para ello emplea la técnica, primero de la oralidad, con su exposición en la plaza pública que compromete lo comunitario y lo reafirma; después con su escritura, para expresar con libertad a todo sabio lector aquello que la razón no comprende y poder volver sobre los pasos de sus expresiones una y otra vez. Se convierte así en el sacerdocio del hombre con lo desconocido, con aquello que anhela pero que sabe que nunca alcanzará. Es pues el mito la verdadera forma de expresión de lo imaginario en el mundo de la razón, y su expresión más cercana no sólo crea la fantasía, sino que reinventa la realidad con un fin mayor, la humanización de lo trascendente. 
Hoy, más que nunca, son necesarios los mitos, pues sin ellos la técnica tiende a deshumanizar lo cotidiano en la repetición de lo siempre igual que ha partido de la sorpresa de su innovación. Sin mitos el hombre no sólo deshumaniza su paso en la Tierra, sino que lo transforma en un animal que no comprende sus sueños ni realiza su ilusión. 

MAX WEBER Y ULISES





"La realeza es gentil-carismática. Pero el mismo Eneas, extraño a la ciudad, puede abrigar la esperanza, caso de que dé muerte a Aquiles, de recibir el cargo que asume Príamo. Porque la realeza viene a ser una "dignidad" oficial y no una posesión. El rey es caudillo del ejército y partícipe en el tribunal junto con los nobles, es el representante frente a los dioses y a los hombres, dotado de una posesión real pero, sobre todo en la Odisea, posee un poder más bien de cabecilla, que descansa en la influencia personal, y no en una autoridad regulada; también la expedición guerrera, casi siempre una expedición marítima, ofrece para los linajes nobles más el carácter de una aventura del séquito que el de una obligación servicial. Los compañeros de Ulises se llaman también hetairoi, como más tarde el séquito real macedónico. La ausencia, prolongada en años, del rey, no es fuente de un descontento serio; mientras tanto, en Ítaca no hay ningún rey. Ulises ha recomendado su casa a Mentor, que nada tiene que ver con la dignidad real. El ejército es un ejército de caballeros y ]as luchas singulares deciden la batalla. La infantería tiene una importancia muy secundaria. En algunas partes del poema homérico se nos presenta el ágora político urbano: cuando se designa a Ismaros como polis acaso podría significar el "burgo", pero de todos modos no es el burgo de uno solo sino de los cicones. En el escudo de Aquiles figuran sentados los ancianos -clanes de notables que se destacan por la propiedad y por las armas- en la plaza y pronuncian sentencia; el pueblo acompaña como circunstante con su aplauso los discursos de las partes. La acusación de Telémaco se convierte en objeto de una discusión regulada por el heraldo ante los notables guerreros. Los nobles, incluyendo el rey, están presentes, según parece colegirse, como señores territoriales y dueños de naves que van a la guerra montados en carros. Pero sólo el que reside en la polis participa en el poder. Cuando el rey Laertes se retira a su posesión quiere decir que la edad lo retira. Lo mismo que entre los germanos, los hijos de los linajes de notables se adscriben como séquito (hetairoi) a un héroe aventurero; en la Odisea al hijo del rey. Entre los feacios la nobleza se atribuye el derecho de hacer contribuir al pueblo a los gastos para los regalos a los huéspedes.
En ninguna parte se nos dice que los habitantes del campo fueran súbditos o siervos de la nobleza urbana, aunque nunca se mencionan campesinos libres. Pero la forma en que se trata la figura de Tersites demuestra, en todo caso, que también el no noble con obligación de servicio guerrero -es decir, el que no va a la guerra en su carro- se atreve en ocasiones a hablar contra los señores, pero esto pasa como una desvergüenza. También el rey hace trabajos domésticos, adorna su lecho, cultiva su jardín. Su séquito guerrero echa mano de los remos. Los esclavos comprados pueden esperar por su parte obtener un kleros sin que exista, por lo tanto, todavía aquella gran diferencia que encontramos en Roma entre los esclavos comprados y los clientes que disfrutan de concesión de tierras. Las relaciones son de tipo patriarcal y la economía cerrada o propia cubre todas las necesidades normales. Las propias naves sirven para la piratería, el comercio es pasivo, pues sus representantes activos son todavía los fenicios. Dos fenómenos importantes, además de la "plaza" y de la residencia urbana de los nobles: por un lado el agón, que dominará más tarde toda la vida y que surgió del concepto caballeresco del honor y de los ejercicios militares de la juventud. Lo encontramos organizado en el culto fúnebre del héroe guerrero (Patroclo) y domina ya por entonces el estilo de vida de la nobleza. Por otro lado, la despreocupada relación con los dioses a pesar de toda la deisidemonía, cuyo reflejo poético producirá tan mal efecto a Platón. Esta falta de respeto de la compañía heroica podía nacer, a consecuencia de expediciones, especialmente marítimas, en zonas donde no tenían que vivir entre viejos templos y sepulcros. Mientras que en los poemas homéricos falta la caballería noble de la polis de linajes parece que se alude, sorprendentemente, a la lucha de los hoplitas, posterior, disciplinada, organizada en escuadras, lo que demuestra cómo en las creaciones poéticas dejan sus huellas épocas bien diferentes".

[Max Weber, Economía y sociedad, México, Fondo de Cultura Económica, 1944, 2ª reimp., 2002, págs. 987-988].



domingo, 9 de agosto de 2015

Las relaciones entre Dioses y Hombres







"Podría incluso reconocerse en el fondo del pensamiento griego una ambigüedad análoga en lo que concierne a las relaciones de los hombres y los dioses. Los poetas como Homero y Píndaro repiten incansablemente que los hombres y los dioses pertenecen a razas por completo diferentes, que el hombre no debe intentar igualarse a los dioses. «No ignores tus límites, conténtate con ser un hombre, conócete a ti mismo»: tales son las máximas que definen la sabiduría griega. Sin embargo en ciertos medios, sectas religiosas o escuelas filosóficas se observa una orientación del pensamiento muy diferente. Se recomienda al hombre que desarrolle en él su parte divina, que se haga, en la medida de lo posible, semejante a la divinidad, que intente, por medio de la purificación, alcanzar una inmortalidad bienaventurada, hacerse dios".

 [Jean-Pierre Vernant, Mito y sociedad en la Grecia antigua, Madrid, Siglo XXI, 1982, 4ª ed., 2003, pág. 100].