miércoles, 27 de diciembre de 2017

Formas de robo para Proudhon







"El robo se comete por infinidad de medios, que los legisladores han distinguido y clasificado muy hábilmente, según su grado de atrocidad o de mérito, a fin de que en unos el robo fuese objeto de honores y en otros causa de castigo. Se roba: 1º, con homicidio en lugar público; 2º, solo o en cuadrilla; 3º, con fractura o escalamiento; 4º, por sustracción; 5º, por quiebra fraudulenta; 6°, por falsificación en escritura pública o privada; 7º, por expendio de moneda falsa.

Esta escala comprende a todos los ladrones que ejercen su oficio sin más auxilio que la fuerza y el fraude descarado: bandidos, salteadores de caminos, piratas, ladrones de mar y tierra. Los antiguos héroes se gloriaban de llevar esos nombres honorables y consideraban su profesión tan noble como lucrativa. Nemrod, Teseo, Jasón y sus argonautas, Jefté, David, Caco, Rómulo, Clovis y todos sus descendientes merovingios, Roberto Guiscard, Tancredo de Hauteville, Bohemond y la mayoría de los héroes normandos, fueron bandidos y ladrones. El carácter heroico del ladrón está expresado en este verso de Horacio, hablando de Aquiles: Jura neget sibi nata, nihil non arroget armis.
y en estas palabras de Jacob (Génesis, cap. 48), que los judíos aplican a David y los cristianos a Cristo: Manus ejus contra omnes; su mano hace el robo. En nuestros días, el ladrón, el hombre fuerte de los antiguos, es perseguido furiosamente. Su oficio, según el Código, se castiga con pena aflictiva e infamante, desde la de reclusión hasta el cadalso. ¡Que triste cambio de opiniones hay en los hombres!
Se roba: 8º, por hurto; 9º, por estafa; 10°, por abuso de confianza; 11º, por juegos y rifas.
Esta segunda clase de robos estaba consentida en las leyes de Licurgo, con objeto de aguzar el ingenio de los jóvenes. La practicaron Ulises, Dolón, Sinón, los judíos antiguos y modernos, desde Jacob hasta Dentz; los bohemios, los árabes y todos los salvajes. En tiempo de Luis XII y Luis XIV no era deshonroso hacer trampas en el juego. Aun reglamentado éste,  no faltaban hombres de bien que sin el menor escrúpulo enmendaban, con hábiles escamoteos, los caprichos de la fortuna. Hoy mismo, en todos los países, es un mérito muy estimable entre la gente, tanto en el grande como en el pequeño comercio, saber hacer una buena compra, lo que quiere decir engañar al que vende. El ratero, el estafador, el charlatán, hacen uso, sobre todo, de la destreza de su mano, de la sutilidad de su genio, del prestigio de la elocuencia y de una extraordinaria fecundidad de invención. A veces llegan a hacer atractiva la concupiscencia. Sin duda por esto, el Código penal, que prefiere la inteligencia a la fuerza muscular, ha comprendido estas cuatro especies de delitos en una segunda categoría, y les aplica solamente penas correccionales, no infamantes. ¡Y aún se acusa a la ley de materialista y atea!
Se roba: 12º, por usura. (...)
Se roba: 13º, por constitución de renta, por cobro de arrendamiento o alquiler. (...)
Se roba: 14º, por el comercio, cuando el beneficio del comerciante excede del importe legítimo de su servicio. La definición del comercio es bien conocida. Arte de comprar por 3 lo que vale 6, y de vender en 6 lo que vale 3. Entre el comercio así definido y la estafa, la diferencia está no más en la proporción relativa de los valores cambiados; en una palabra, en la cuantía del beneficio.
Se roba: 15º, obteniendo un lucro sobre un producto, aceptando una sinecura, percibiendo grandes salarios.
  (...)
En resumen: la justicia, al salir de la comunidad negativa, llamada por los antiguos poetas edad de oro, empezó siendo el derecho de la fuerza. En una sociedad de imperfecta organización, la desigualdad de facultades revela la idea del mérito; la equidad sugiere el propósito de proporcionar al mérito personal, no sólo la estimación, sino también los bienes materiales; y como el primero y casi único mérito reconocido entonces es la fuerza física, el más fuerte es el de mayor mérito, el mejor, y tiene derecho a la mayor parte. Si no se le concediese, él naturalmente se apoderaría de ella. De ahí a abrogarse el derecho de propiedad sobre todas las cosas, no hay más que un paso".  


[Véase, Joseph Proudhom, ¿Qué es la propiedad?, Buenos Aires, Proyección, 1970, págs. 216-218].

sábado, 9 de diciembre de 2017

Tiempo e Historia para Ulises



Como muy bien nos lo expresa el novelista Thomas Mann en La Montaña Mágica, el tiempo es el elemento de la narración al igual que lo es de la vida, en total consonancia con el pensamiento heideggeriano, el tiempo constituye el elemento esencial y primordial que articula la narración, la música y el proceso existencial mismo. La temporalidad es el escenario que acompaña y configura la existencia humana, pues sólo las deidades pueden permanecer en el ámbito de la intemporalidad, o en el tiempo eterno que es un no-tiempo. El ser humano tan solo puede, ser, existir, al hilo de ese tiempo tejido, medido y cortado por las tres Parcas (Clotho, la que teje el hilo de la vida correspondiente a cada ser humano, Lachesis la que lo mide y Átropos la que lo corta), pues en ausencia del mismo, pierde toda referencia precipitándose en el insondable abismo de la nada más absoluta. Por esta razón, cuando en la Odisea Ulises consulta al mago Tiresias que ya se encuentra en el Hades y ensalza la eternidad de su existencia: ¡dichoso, tú, Tiresias que vives en la eternidad! Éste le contesta: ¿Y de qué sirve la eternidad si de todas formas estás muerto? Se trata, ni más ni menos, de esa misma intemporalidad que en otro momento de la narración le ofrecerá la maga Calypso, prometiéndole una vida eternamente joven y placentera que Ulises rechazará para permanecer fiel a su propio destino: volver a su patria Ítaca donde le esperan su esposa Penélope y su hijo Telémaco. De haber aceptado la seductora oferta, Ulises habría muerto para el tiempo y la historia.  

miércoles, 6 de diciembre de 2017

LA LIGA DE LOS HOMBRES EXTRAORDINARIOS Y NUESTRA CONSTITUCIÓN DE 1978



Cómo siempre pasa en nuestra Historia, tanto la reciente como la antigua, extraordinaria y anecdóticamente, en un momento determinado sobresalen por encima de la mediocridad unos hombres que en la hora señalada y por encima de cualquier ideología son capaces de hacer algo para la posteridad de sus conciudadanos. 
El cúmulo de despropósitos de los que está plagada nuestra reciente historia política, en 200 años, dos guerras civiles, nueve constituciones y multitud de levantamientos y asonadas dieron paso, como siempre de soslayo y milagrosamente, a unas personas que siendo ciudadanos españoles se sintieron parte de Europa, del mundo occidental, antes que de nuestro primitivismo más malsano. Su generosidad, al hacernos entrega de la antorcha de la libertad, no deja de sorprender por el origen franquista de muchos de sus protagonistas. Pero sabemos que era un régimen descompuesto y en descomposición, que no podía obviar las advertencias de nuestros más conspiscuos aliados. El camino estaba trazado, con más sombras que luces, y con el cainismo espontáneo e íbero, propio de los hombres de la tierra de conejos. Somos más ácratas que obedientes, más emocionales que racionales y romper, justo en el último cuarto del siglo más nefando de la Historia de la Humanidad, con nuestro culto al maniqueísmo más puro y sibilino (enemigo de sus propios adeptos), fue un paso incomprensible e irrepetible. 
Mucho se ha hablado de esos días, y de los años posteriores, hasta la descomposición putrefacta del presente continuo. Son aquellos que no entienden que fue la bonhomía, necesaria y nunca suficiente, pero desinteresada y sobre todo honesta, lo que salvó a nuestro país de las garras de un bando sobre el otro, a la manera de siempre.
Por eso, los que la critican, ignorantes y tahúres de las utopías que terminan en ísmo, necesitarían varias miles de horas de estudio reposado (y sobre todo, comprendiendo lo leído también empáticamente) para ser dignos de una crítica razonada y constructiva.
Pero tampoco, aquellos cuyas comas quieren mantener, son realistas con los tiempos que vivimos y culpables somos todos, en muchas ocasiones, de no obedecer sus normas y principios. 
Necesitaremos buscar, difícil tarea, hombres dignos de nos y no de yo; del nosotros y no del mío, de lo de todos y no de lo de una parte y que humildemente quieran escribir la Historia sacrificando la propia por incomprendidos. 

domingo, 8 de octubre de 2017

DON QUIJOTE, SANCHO PANZA Y EL BANDOLERO ROQUE GUINART


"Mandóselos volver al punto Roque Guinart, y, mandando poner los suyos en ala, mandó traer allí delante todos los vestidos, joyas, y dineros, y todo aquello que desde la última repartición habían robado; y, haciendo brevemente el tanteo, volviendo lo no repartible y reduciéndolo a dineros, lo repartió por toda su compañía, con tanta legalidad y prudencia que no pasó un punto ni defraudó nada de la justicia distributiva. Hecho esto, con lo cual todos quedaron contentos, satisfechos y pagados, dijo Roque a don Quijote:
Si no se guardase esta puntualidad con éstos, no se podría vivir con ellos.
A lo que dijo Sancho:
–Según lo que aquí he visto, es tan buena la justicia, que es necesaria que se use aun entre los mesmos ladrones.
Oyólo un escudero, y enarboló el mocho de un arcabuz, con el cual, sin duda, le abriera la cabeza a Sancho, si Roque Guinart no le diera voces que se detuviese. Pasmóse Sancho, y propuso de no descoser los labios en tanto que entre aquella gente estuviese.
Llegó, en esto, uno o algunos de aquellos escuderos que estaban puestos por centinelas por los caminos para ver la gente que por ellos venía y dar aviso a su mayor de lo que pasaba, y éste dijo:
–Señor, no lejos de aquí, por el camino que va a Barcelona, viene un gran tropel de gente.
A lo que respondió Roque:
–¿Has echado de ver si son de los que nos buscan, o de los que nosotros buscamos?
–No, sino de los que buscamos –respondió el escudero.
–Pues salid todos –replicó Roque–, y traédmelos aquí luego, sin que se os escape ninguno.
Hiciéronlo así, y, quedándose solos don Quijote, Sancho y Roque, aguardaron a ver lo que los escuderos traían; y, en este entretanto, dijo Roque a don Quijote:
–Nueva manera de vida le debe de parecer al señor don Quijote la nuestra, nuevas aventuras, nuevos sucesos, y todos peligrosos; y no me maravillo que así le parezca, porque realmente le confieso que no hay modo de vivir más inquieto ni más sobresaltado que el nuestro. A mí me han puesto en él no sé qué deseos de venganza, que tienen fuerza de turbar los más sosegados corazones; yo, de mi natural, soy compasivo y bien intencionado; pero, como tengo dicho, el querer vengarme de un agravio que se me hizo, así da con todas mis buenas inclinaciones en tierra, que persevero en este estado, a despecho y pesar de lo que entiendo; y, como un abismo llama a otro y un pecado a otro pecado, hanse eslabonado las venganzas de manera que no sólo las mías, pero las ajenas tomo a mi cargo; pero Dios es servido de que, aunque me veo en la mitad del laberinto de mis confusiones, no pierdo la esperanza de salir dél a puerto seguro.
Admirado quedó don Quijote de oír hablar a Roque tan buenas y concertadas razones, porque él se pensaba que, entre los de oficios semejantes de robar, matar y saltear no podía haber alguno que tuviese buen discurso, y respondióle:
–Señor Roque, el principio de la salud está en conocer la enfermedad y en querer tomar el enfermo las medicinas que el médico le ordena: vuestra merced está enfermo, conoce su dolencia, y el cielo, o Dios, por mejor decir, que es nuestro médico, le aplicará medicinas que le sanen, las cuales suelen sanar poco a poco y no de repente y por milagro; y más, que los pecadores discretos están más cerca de enmendarse que los simples; y, pues vuestra merced ha mostrado en sus razones su prudencia, no hay sino tener buen ánimo y esperar mejoría de la enfermedad de su conciencia; y si vuestra merced quiere ahorrar camino y ponerse con facilidad en el de su salvación, véngase conmigo, que yo le enseñaré a ser caballero andante, donde se pasan tantos trabajos y desventuras que, tomándolas por penitencia, en dos paletas le pondrán en el cielo.
Rióse Roque del consejo de don Quijote, a quien, mudando plática, contó el trágico suceso de Claudia Jerónima, de que le pesó en estremo a Sancho, que no le había parecido mal la belleza, desenvoltura y brío de la moza.
Llegaron, en esto, los escuderos de la presa, trayendo consigo dos caballeros a caballo, y dos peregrinos a pie, y un coche de mujeres con hasta seis criados, que a pie y a caballo las acompañaban, con otros dos mozos de mulas que los caballeros traían. Cogiéronlos los escuderos en medio, guardando vencidos y vencedores gran silencio, esperando a que el gran Roque Guinart hablase, el cual preguntó a los caballeros que quién eran y adónde iban, y qué dinero llevaban. Uno dellos le respondió:
–Señor, nosotros somos dos capitanes de infantería española; tenemos nuestras compañías en Nápoles y vamos a embarcarnos en cuatro galeras, que dicen están en Barcelona con orden de pasar a Sicilia; llevamos hasta docientos o trecientos escudos, con que, a nuestro parecer, vamos ricos y contentos, pues la estrecheza ordinaria de los soldados no permite mayores tesoros.
Preguntó Roque a los peregrinos lo mesmo que a los capitanes; fuele respondido que iban a embarcarse para pasar a Roma, y que entre entrambos podían llevar hasta sesenta reales. Quiso saber también quién iba en el coche, y adónde, y el dinero que llevaban; y uno de los de a caballo dijo:
–Mi señora doña Guiomar de Quiñones, mujer del regente de la Vicaría de Nápoles, con una hija pequeña, una doncella y una dueña, son las que van en el coche; acompañámosla seis criados, y los dineros son seiscientos escudos.
–De modo –dijo Roque Guinart–, que ya tenemos aquí novecientos escudos y sesenta reales; mis soldados deben de ser hasta sesenta; mírese a cómo le cabe a cada uno, porque yo soy mal contador.
Oyendo decir esto los salteadores, levantaron la voz, diciendo:
–¡Viva Roque Guinart muchos años, a pesar de los lladres que su perdición procuran!
Mostraron afligirse los capitanes, entristecióse la señora regenta, y no se holgaron nada los peregrinos, viendo la confiscación de sus bienes. Túvolos así un rato suspensos Roque, pero no quiso que pasase adelante su tristeza, que ya se podía conocer a tiro de arcabuz, y, volviéndose a los capitanes, dijo:
–Vuesas mercedes, señores capitanes, por cortesíasean servidos de prestarme sesenta escudos, y la señora regenta ochenta, para contentar esta escuadra que me acompaña, porque el abad, de lo que canta yanta, y luego puédense ir su camino libre y desembarazadamente, con un salvoconduto que yo les daré, para que, si toparen otras de algunas escuadras mías que tengo divididas por estos contornos, no les hagan daño; que no es mi intención de agraviar a soldados ni a mujer alguna, especialmente a las que son principales.
Infinitas y bien dichas fueron las razones con que los capitanes agradecieron a Roque su cortesía y liberalidad, que, por tal la tuvieron, en dejarles su mismo dinero. La señora doña Guiomar de Quiñones se quiso arrojar del coche para besar los pies y las manos del gran Roque, pero él no lo consintió en ninguna manera; antes le pidió perdón del agravio que le hacía, forzado de cumplir con las obligaciones precisas de su mal oficio. Mandó la señora regenta a un criado suyo diese luego los ochenta escudos que le habían repartido, y ya los capitanes habían desembolsado los sesenta. Iban los peregrinos a dar toda su miseria, pero Roque les dijo que se estuviesen quedos, y volviéndose a los suyos, les dijo:
–Destos escudos dos tocan a cada uno, y sobran veinte: los diez se den a estos peregrinos, y los otros diez a este buen escudero, porque pueda decir bien de esta aventura.
Y, trayéndole aderezo de escribir, de que siempre andaba proveído, Roque les dio por escrito un salvoconduto para los mayorales de sus escuadras, y, despidiéndose dellos, los dejó ir libres, y admirados de su nobleza, de su gallarda disposición y estraño proceder, teniéndole más por un Alejandro Magno que por ladrón conocido. Uno de los escuderos dijo en su lengua gascona y catalana:
–Este nuestro capitán más es para frade que para bandolero: si de aquí adelante quisiere mostrarse liberal séalo con su hacienda y no con la nuestra.
No lo dijo tan paso el desventurado que dejase de oírlo Roque, el cual, echando mano a la espada, le abrió la cabeza casi en dos partes, diciéndole:
–Desta manera castigo yo a los deslenguados y atrevidos.
Pasmáronse todos, y ninguno le osó decir palabra: tanta era la obediencia que le tenían.
Apartóse Roque a una parte y escribió una carta a un su amigo, a Barcelona, dándole aviso como estaba consigo el famoso don Quijote de la Mancha, aquel caballero andante de quien tantas cosas se decían; y que le hacía saber que era el más gracioso y el más entendido hombre del mundo, y que de allí a cuatro días, que era el de San Juan Bautista, se le pondría en mitad de la playa de la ciudad, armado de todas sus armas, sobre Rocinante, su caballo, y a su escudero Sancho sobre un asno, y que diese noticia desto a sus amigos los Niarros, para que con él se solazasen; que él quisiera que carecieran deste gusto los Cadells, sus contrarios, pero que esto era imposible, a causa que las locuras y discreciones de don Quijote y los donaires de su escudero Sancho Panza no podían dejar de dar gusto general a todo el mundo. Despachó estas cartas con uno de sus escuderos, que, mudando el traje de bandolero en el de un labrador, entró en Barcelona y la dio a quien iba".
[Véase, Miguel de Cervantes, Don quijote de la Mancha, Madrid, Instituto Cervantes, 2005, págs. 1228-1233].

sábado, 7 de octubre de 2017

BANDIDOS CONTRA PÍCAROS



"En Castilla, el reinado de Felipe III fue la época del pícaro. En Cataluña fue la época del bandido, de ese Roca Guirnarda, que robaba al rico para dárselo al pobre y cuya férrea disciplina sobre su banda llenaba a Sancho Panza de terror y admiración. El bandido y el pícaro eran fundamentalmente productos de un fenómeno similar, del hambre, la miseria y el desempleo, pero se diferenciaban en el carácter y en la naturaleza de sus respectivas respuestas a la desgracia. Mientras que el pícaro aceptaba las circunstancias tal como se presentaban, y solamente intentaba cambiarlas en su propio beneficio, el bandido protestaba de ellas, o al menos así lo creían todos aquellos miembros de la sociedad que se sentían oprimidos. Más aún, mientras que la picardía era un fenómenos esencialmente urbano, el bandolerismo era una manifestación del descontento rural y aristocrático."
[Véase, John H. Elliott, La rebelión de los catalanes, Barcelona, Siglo XXI, 2006, pág. 50].


sábado, 23 de septiembre de 2017

DENUNCIO, ese cainitismo semítico español que nos acibara.



DENUNCIO, al cainíta que lucha contra el Abel Sánchez, laborioso, paciente y amante de la Ley y el Orden.
DENUNCIO, al que siempre encontró sustanciosos réditos en la división, la ignorancia y la reinvención de la Historia, pagado por TODOS.
DENUNCIO, por irresponsables, a aquellos que no supieron atajar a tiempo, a los menesterosos de la verdad y a los infundidores de la infamia.
DENUNCIO, por cobardes, a aquellos que han tenido en su mano el reconvertir los acontecimientos y han mirado hacia otro lado, importándoles el cortoplacismo y no la santa misión de hacernos mejores que nuestros padres.
DENUNCIO, a los que no comprenden que repetir la Historia es no aprender de NUESTRO pasado y no tener una clara visión del porvenir.
DENUNCIO, a los que no saben que recomponer los platos rotos supone otras dos generaciones de esfuerzos que podíamos utilizar para hacernos TODOS más grandes.
DENUNCIO, a los malos políticos que no reconocen en sus actos las consecuencias que sufriremos TODOS.
DENUNCIO, la falta de grandeza, de transcendencia, y de honor, de los maltratadores de los símbolos de TODOS.
DENUNCIO, a los que por librarse de sus responsabilidades son capaces de DIVIDIRNOS.
DENUNCIO, por surrealista, a aquellos que no aman a la tierra que les vio nacer, haciéndoles más grandes el TODO, que las partes.
DENUNCIO, por aldeanismo pueblerino infame, a aquellos que creen que es mejor las partes que la suma de TODOS.
DENUNCIO, por falta de lecturas a aquellos que no saben que nuestra CULTURA nos engrandece a TODOS. 
DENUNCIO, a TODOS los que no comprenden que lo único que necesitamos es QUERERNOS más (comenzando por uno mismo).
DENUNCIO, a los que no entienden que AMAR a la PATRIA es el único gran homenaje que podemos hacer a nuestros antepasados y a los que están por venir. 

domingo, 11 de junio de 2017

LA CULTURA EN ESPAÑA, ÉSA PROSTITUTA GOZADA EN LA INTIMIDAD Y DESAHUCIADA EN LA SOCIEDAD.




Me parece asombroso reconocer que en España, país que culturalmente ha influido e influye en el acaecer cultural del Mundo, nunca haya sabido cuidar a sus creadores.
La muerte de Juan Goytisolo, uno de los pocos escritores de nuestras letras que recogió la antorcha de Cervantes, que ha creado fuera de ideologías, palabras, voces y sentidos nuevos del castellano y que nos hace "sentir" que la palabra rige el Mundo, y que lo importante (no te engañes) es la transcendencia en el devenir del tiempo. Además de la frescura, originalidad, creatividad y valor de los símbolos que nos humanizan; haya muerto como el maestro, pobre, solo y desahuciado. 
Si no sabemos diferenciar la palabra de la tribu que nos abarca, y sólo importamos a nuestros adversarios primero, y enemigos infatigables después; de las banderías que nos ahogan; nunca alcanzaremos la plenitud de poder influir con nuestros pensamientos, acciones y omisiones, al acontecer nuestro de cada día.
Si seguimos intentando sacar los ojos a nuestros enemigos, aún a fuer de quedarnos ciegos, no aprendimos la lección de la vida, el dejar vivir y a viento fresco. Si son los golfos del lupanar, los chulos de la tribu, los proxenetas de la cultura, los que exprimen su cuerpo con un muy corto beneficio y unas exiguas expectativas, mal lo llevaremos siempre.
Basta ya de incultos apesebrados, ignorantes mentecatos que coleccionan librerías sin amar la voz!!!
Dejen paso a la libertad, la nobleza de espíritu, la candidez del alma y la palabra honda e hiriente!!!
Acábese con el cortoplacismo, la chulería rampante, la soberbia sin fin!!!
Ámese a todo aquel que quiera humildemente nuestra voz, nuestras palabras, las que son capaces de mover el Mundo.




domingo, 16 de abril de 2017

LA REVOLUCIÓN HUMANISTA






El gran proyecto político, artístico y religioso de la modernidad ha sido encontrar un sentido a la vida que no esté originado en algún gran plan cósmico. El humanismo espera que las experiencias de los humanos den sentido al gran cosmos; para ellos, los humanos deben extraer de sus experiencias internas no solo sentido de su propia vida, sino del universo todo. El humanismo crea pues sentido para un mundo sin sentido. Somos los humanos el último sentido, y el libre albedrío su máxima autoridad. El humanismo enseña que algo puede ser malo solo si hace que alguien se sienta mal. Nuestros sentimientos aportan sentido no sólo a nuestra vida privada, sino también a los procesos sociales y políticos. Al mismo tiempo, todo lo que puede decirse de la ética y de la política es aplicable a la estética, con lo que para los humanistas la única fuente de la creación artística y del valor estético son los sentimientos humanos. La ética se resume en "Si hace que te sientas bien, hazlo"; en política: "el elector es quién mejor sabe lo que le conviene"; y en estética: "la belleza está en los ojos del observador". 
La clave humanista para la educación es enseñar al hombre a pensar por sí mismo. Asume que cada humano tiene un auténtico yo interior, pero cuando intenta escucharlo, muchas veces se encuentra con el silencio o con voces opuestas. Durante el medioevo la fórmula del saber era: CONOCIMIENTO = ESCRITURAS X LÓGICA; en la revolución científica: CONOCIMIENTO = DATOS EMPÍRICOS X MATEMÁTICAS; pero no podían los científicos abordar cuestiones de valor y sentido, no podían emitir juicios éticos; pero cuando los humanistas adquirieron confianza en sí mismos crearon una nueva fórmula del saber, CONOCIMIENTO = EXPERIENCIAS X SENSIBILIDAD. Significa que buscamos el conocimiento invirtiendo muchos años en acopiar experiencias e intentando comprenderlas correctamente a través de nuestra sensibilidad. 
La experiencias son subjetivas e incluye tres elementos: sensaciones, emociones y pensamientos. La sensibilidad significa, primero prestar atención a mis sensaciones, emociones y pensamientos; y en segundo lugar, permitir que las sensaciones, emociones y pensamientos influyan en mí. Mientras las experiencias y la sensibilidad se retroalimentan continuamente en un ciclo que nunca acaba, la sensibilidad se puede "educar" con práctica. Por ejemplo, nuestra sensibilidad moral proviene de nuestras experiencias y forman una fuente de valioso conocimiento ético acerca de lo que es bueno, de lo que es justo y de quién soy de verdad. 
La finalidad última humanista es desarrollar completamente nuestro conocimiento a través de la gran variedad de experiencias intelectuales, emocionales y físicas. La clave humanista se puede resumir en ésta máxima de Wilhelm von Humboldt:
"Sólo hay una cumbre en la vida: haber tomado la medida en sentimiento de todo lo que es humano".
[Véase, Yuval Noah Harari, Homo Deus, Barcelona, Debate, 2016, págs. 248-268].